viernes, 24 de octubre de 2014

Contando


          Si pasan los años, y
          terribles unidades
          no nos han separado,
          significa que siempre
          entregas lo pactado.

          Si la única unidad
          que no existe es la propia,
          le canto a ella, preciosa;
          el Yo sólo es historia.

          ¿Cual será nuestra edad?
          mi edad y el mundo están
          contando sin parar.

          Yo ahora sólo cuento
          la métrica del verso:

          Gracias por mil momentos.

martes, 14 de octubre de 2014

Costumbrismo onírico

Milhály Vig - Valuska


          Al igual que los acordes de piano que ahora se escuchan, al igual que las notas suenan suave y mágicamente, los días se deslizan por la Historia. Y no hay nada de trágico en ello. Visto en perspectiva, todo es bonito. Algo así pasa con los sueños; con los buenos sueños, por lo menos.

          Hoy soñé con la Muerte, con la Muerte de seres cercanos y queridos. Lloré en mi cama, en mis sueños, y sentí el peso de la Realidad, más pesado que nunca. Pero también soñé con la Esperanza, con el Recuerdo, con la Emoción; y por supuesto, con el Amor: con el Amor trascendente mirando al horizonte por encima de los pinos en mi balcón. Con el Amor pidiéndome Paciencia, con la Paciencia otorgándome el Amor. Quise llegar a morir en mi sueño de tristeza, del mismo modo que después quise morirme de felicidad. La vida, me imagino, debe ser algo así, si se pudiese despertar de ella. En perspectiva debe dejarnos tan sólo ese sentimiendo de lo extraordinario, más allá del bien y del mal.

          No sé como se desarrollará todo, y ojalá que lo supiésemos. Pero tampoco anoche cuando me acosté pensaba que pudiese tener tales visiones oníricas, y tampoco mientras soñaba era consciente de que aquello me haría sentir como tal. Triste es refugiarse en los sueños, y años más duros me ha hecho pasar esa postura, pero se trata de algo distinto: no es querer sustituir la Vida por la onírica, ni considerar ésta peor que la otra; se tratá de entender la magnitud de la vida misma, que a veces olvidamos, a través del Sueño, que se nos muestra tan espectacular y mágico como, en el fondo, la Vida también es. Del mismo modo que no sabes qué soñarás esta noche, quizá mañana se resuelva todo.

          Y nunca hablé de grandes sueños, dónde se anda sobre la superficie del Sol o se conquistan grandes ciudades. No, y nunca los tuve. Los sueños de verdad son los que evocan a la realidad en su plano más simple, en el de las acciones cotidianas, en el costumbrismo más puro. Comprar el pan, llegar a clase, coger un tren: éstos son los que son capaces de hacernos entender la futilidad y la grandeza del día a día. Aunque continua, la existencia no tiene porque dejar de ser brusca y ésta puede hacernos tambalear. Aunque cotidianos, en nuestros días se esconden las mayores perlas, como en nuestros sueños.

lunes, 13 de octubre de 2014

Cordura


           Hilo a hilo se deshilvana. Primero una sonrisa extraña, después una carcajada traicionera, finalmente una mirada divertida y compasiva. Del mismo modo que se gestó y nutrió durante tanto tiempo, ahora, poco a poco, se deshilacha: y es que no se trata de destruir un bordado, que bien fácil sería: fuego y fuerza. No, se trata de algo bien distinto: con quizá más sutileza que la necesaria para formarlo; aplicando pequeñas presiones en grandes idiosincrasias; estirando un poco del narcisismo, otro tanto de la paranoia, y sin olvidar jamás las neurosis; con mirada de sastre manteniendo todo en (des)orden.

           Hilo a hilo, neurona a neurona, idea a idea: pronto la estructura habrá cedido y sólo quedarán de ella escombros; éso sí, escombros perfectamente definidos, no irregulares e informes como cuándo destruimos un castillo, si no más bien, y como ya hemos dicho, finos hilos. ¡Finos hilos que en su conjunto formaban lo único que había en nosotros! Y de ellos todo queda todavía, pero separados de sus hermanos, de su eterno abrazo, ya de nada servirán y nada podrán ser.

           Hilo a hilo se deshace, y para deshacer tuvo que formarse primero; y es que así es el estado natural de las cosas: el Monstruo sólo aparece cuando las fibras no encuentran a sus camaradas. Costuras rotas dejan escapar fantasmas nocturnos; y enfermedades recursivas, mezcladas con la curiosidad, hacen que hurguemos frenéticamente en dicho agujero; y con ello, una vez más, el mantel desune sus conexiones, que tanto valor tenían.

           Hilo a hilo; y cada vez tengo más ovillo que encaje. Ovillo que antaño fue mi yo, mi ser, mi esencia; encaje que es lo que queda de ello. Desestructurado, como tantos filósofos del siglo XX nos querían ver, y sin formas en la consciencia, me tambaleo buscando una costurera que reponga mi cordura. '¡Unos pequeños parches aquí y allá!' grito por los pasillos de la Facultad, de mi casa, en la ciudad. Y como el loco que busca a Dios con su linterna a plena luz del día, deambulo con aguja e hilo, inconsciente de ser yo mismo quien deshace todo encaje, convirtiendo cordel en locura.

jueves, 9 de octubre de 2014

Mañana


          Si bien su grito sordo no despertó a nadie, pues no había a quien despertar allí, el Buitre que sobrevolaba la grotesca escena graznó, augurando el futuro del cadáver que tendido se encontraba en el suelo. Esperanza reposaba en su charco de sangre, inmóvil y con ojos abiertos; ojos vacios, sin mirada ni espíritu, paralizada para siempre en la oscura noche. La Luna iluminaba sus rubios cabellos, que poco a poco se teñían de rojo, y se aterrorizaba a cada segundo ante el miserable acto perpetuado por Soberbia, que ahora limpiaba con su pañuelo de seda blanco la empuñadura del bastón que manchado de sangre se encontraba. Con sumo cuidado, con suma delicadeza, eliminaba las gotas del humor rojo de Esperanza, contemplándolas, adorándolas, acercándolas incluso a su fina nariz para inspirar con tremendo goce y lujuria el aroma de éstas.

          Sinceridad temblaba a su lado, horrorizada como la Luna y como ella estupefacta, sin poder apartar la mirada del cuerpo sin vida de su compañera. Soberbia examinó por última vez el baston y sonrió. Impoluto como él habia quedado. Sin descansar ni un segundo su mirada sobre Esperanza, alargó el bastón y se lo entregó a su pareja, que seguía siendo incapaz de pensar en otra cosa que en aquellas bellas facciones, en aquel bello cuerpo que ahora descansaba sobre la árida arena, formando una figura grotesta y siniestra. Soberbia sonrió y después miro al Buitre.

Como el Buitre devorará sus carnes,

ella devoraba tus ideas y aspiraciones.

Como la Luna ilumina la escena,

yo vine a entregarte más verdad que ella.

No lamentes lo que siempre quisiste

pues ahora tienes más que nunca:

la libertad de no tener cadenas,

de no esperar de la vida

ni glorias ni condenas.

          Sinceridad cayó sobre sus rodillas y sollozaba en silencio, mientras Soberbia miraba al cielo como sólo él sabía hacer. Con infinito desprecio hacia la creación de Dios empezó a reir, y continuó su cántico. 

Nunca nada pudiste hacer

pues tu naturaleza es sólo decir

lo que sientes, y nada cambiar.

Si ahora te entrego las llaves,

¿por qué lloras frente a la libertad?

          Los llantos de Sinceridad se apagaron de pronto, y con ello su temblor cambió de padecer. Apretó los dientes, los puños, el alma, y se levantó, con la cara empapada pero el corazon ardiente. Miro a Soberbia como nunca había mirado a nadie, y comenzo a gritar anegado en su furia.

¡No entendiste nada y nunca entenderás!

No quiero nada si no se puede esperar.

¡Ella lo era todo, no podía pedir más!

Si bien raíz y fruto del sufrimiento

¡Esperanza me aventaba cada mañana!

Tú no entiendes, y estás muerto como ella,

y en tu infinita tristeza me arrebataste

la única fuerza que me quedaba.

          Soberbia no tiene más expresión que su sonrisa burlona, y con ella en la cara miraba los ojos vidriosos de su compañero. Volvió a mirar al cielo, al Buitre y a la Luna. Aquel graznó contento y la Luna pareció darle la espalda.

Habrá que cambiarte el nombre

si tal es la verdad que escondes.

¡Oh, Sinceridad y Esperanza!

Preciosa pareja, increíble matanza.

Nunca fuiste muy inteligente,

pero ahora adquirirás ese Don.

¡Buenas noches, Sinceridad!

Hasta nunca, a descansar,

ya no se te necesita

en este mundo
que llamaremos 'del Mañana'.

          Y así el Buitre descendió a comer la carne de Esperanza, dejando de ella sólamente la sangre roja de su espíritu, que la Tierra bebió, cambiando así para siempre, quedando de Esperanza tan sólo su recuerdo. Y así, por influjo de la sonrisa macabra de Soberbia y de su impuro acto, Sinceridad se convirtió en Cinismo, el Buitre graznó de alegría, y la Luna lloró con las estrellas detrás de las nubes.

martes, 7 de octubre de 2014

Presente y Belleza

          El vértigo cada vez se hace más palpable en la densidad de los días, y la atmósfera cargada de la ciudad nunca ayudará. Quizá tenga el paso del tiempo la culpa de todo ésto, o quizá el cambio del espacio; no lo sé. Ni siquiera sé si algo ha cambiado o todo ha sido siempre así, y soy yo el que ahora ve el mundo con otros ojos. El cinismo que antaño sirvió de tanque contra lo extraño y difícil se vuelve ahora una masa informe que no otorga respuestas ni actitudes, pero que envuelve todo y todo es suyo. Ya no hay en mi ni valores, ni esperanza, ni nada. No hay ni Ser en los días más pesados. La sinceridad tiene un color que no recordaba fuese así, y me hace preguntarme si ése fue siempre su color, o si algo ocurrió con ella. Todo lo que parecía sustentar, crear o impulsar a resultado no ser. Y sólo queda ese cinismo: ese desprecio divertido hacia lo ajeno, esa indiferencia cansada hacia lo propio.

          Sólo parece quedar la estética, y lo trascendente no será sino una visión especial de esta última. No queda nada, o quizá nunca hubo nada, más que la belleza. Belleza, sí, pero triste, efímera, sin razones ni aspiraciones, una belleza presente y fugaz que nada dejará pues no hay nada que dejar; no hay nada dónde dejar nada, sólo existen esos pequeños destellos de fuegos artificiales que la belleza, en su sentido más amplio, crea en nosotros y nos hace sentir que éso es lo verdaderamente importante. Pero la belleza es hueca, inconsistente, pasajera, y detrás de esas luciérnagas de esperanza no hay sino de nuevo la Nada, y sobre ella nada se puede construir, creer o esperar.