miércoles, 18 de julio de 2012

Sensaciones del lenguaje

          En nuestro vano intento de comunicarnos utilizamos expresiones, un lenguaje concreto, buscando transmitir una determinada sensación, esa misma que a ti te sugiere tu pensamiento. Se tiene una idea antes de transmitirla, al menos preconcebida, y hemos de traducirla a nuestro idioma con estos medios. Pero la sensación que a nosotros nos transmiten las palabras está ligada a nuestra realidad subjetiva, más cuanto menos se ha leído y se desconozca la propia lengua. Así pues, hablamos más con nuestras experiencias personales y las ideas que éstas han dejado en nosotros que buscando un verdadero fin en la comunicación.

          Hemos de cuidar, entonces, este aspecto de la comunicación. El grado de entendimiento al que lleguemos con otra persona estará unido al entendimiento que tengamos de ella misma. Sólo preveiendo las sensaciones que emergerán del otro al escucharnos, en función de sus recuerdos, experiencias y construcciones mentales, se podrán diseñar las oraciones óptimas para alcanzar nuestro propósito.

          Es de importancia recalcar que no me refiero a la situación como modelizador del lenguaje, sino a la persona. Ésta es la que percibe el evento activo de la comunicación, y la que interpreta lo que hemos querido decir en relacion a lo que hemos dicho, pues claro está que nuestro lenguaje es primitivo y, en muchas ocasiones, poco útil. Bienvenida será la era en la que podamos transmitir nuestros pensamientos con total fidelidad.

          Ahondo en el concepto de "sensación" dado que éstas son las que nos ayudan a formar las diferentes ideas que tenemos sobre cosas. Un mismo hecho, una misma realidad, puede despertar en nosotros muy distintas sensaciones, y éstas posteriormente generarán nuestra percepción de las cosas. Añadamos a ésto que cada individuo tiene su sistema a la hora de recibir y clasificar la información, y es única creando sus propios pensamientos. Saber generar las sensaciones, y por qué no, emociones necesarias, ha de ayudarnos en la heroica labor de comunicarnos y, por ende, de entendernos.

sábado, 14 de julio de 2012

Nuestros detalles

          Todo lo que somos, nuestra educación, lenguaje, relaciones y sensaciones impresas en nosotros forman una realidad que subyace a la consciencia. No hablo, por tanto, de nuestra personalidad, aunque ésta también pueda ser desconocida para el individuo. Me refiero a toda la influencia que descargamos en el ambiente, y viceversa. Un libro, una idea, una frase, puede estar presente en todo aquello que tenga que ver con nosotros. Es muy difícil percibir esto, ya que son cosas que consideramos importantes para nosotros y no percibimos su verdadera presencia. Lo sorprendente es como nos sembramos en nuestro entorno, a todos los niveles.

          Nuestros padres son un claro ejemplo de ello. Nosotros sus hijos, en calidad de individuos, somos criados por ellos, en mayor o menor medida, de acuerdo a sus convicciones, creencias y manías. Por tanto cada cada decisión que él tomó, al igual que nosotros las tomamos y vivimos, están de algún modo impresas en ti, y algún día tu pasarás a ser ese transmisor.

          Cada acto tiene su importancia y siempre deja en ti algo imborrable. De hecho, no podría ser de otra manera. Son las cosas que han pasado, completamente definidas, en contra de las que pudiesen haber pasado y no han ocurrido. Todo aquello que difiere de las ideas que tenemos concebidas son lo que nos forma como personas. Lo que nos diferencia nos caracteriza como individuos. La realidad es todo lo contrario de la ideas perfectas que tenemos sobre ella. La perfección es un modelo, no lo sensible.

          El pasado está escrito y no podemos hacer nada respecto a ello. La inmutabilidad de lo ocurrido nos obliga a aceptar la realidad. El presente tan sólo es el instante donde el futuro pasa a ser pasado, y por lo tanto está definido en función de estos dos conceptos. Sólo tomando el control sobre nosotros mismos podremos escribir la historia que realmente deseamos. Hasta ciertos tipos de libertades pasan a un segundo plano, importando tan sólo nuestra capacidad para decidir en función de nuestros deseos.

          Ahora bien, entendiendo la importancia del presente en relación a todo lo que hemos querido, y sobre todo, a lo que querremos, no nos queda otra alternativa que saber valorar la importancia de todo cuanto nos rodea. Atentar contra el medio es hacerlo contra uno mismo. Cuando uno a alcanzado la felicidad consigo mismo la tarea se transforma casi en una labor social, pues necesitamos de individuos felices como nosotros para potenciarnos.

          Seremos padres, espero, en algún momento de nuestra vida, y nuestra será la responsabilidad de generar algo a partir de todo lo recibido hasta el momento. No cualquier combinación servirá para crear a alguien válido. No todas las personas son válidas en función de las ideas de uno. No nos sentiremos orgullosos de cualquier cosa. Y esa tarea no empezará ni mucho menos cuando te plantees tener hijos. Esta tarea lleva perpetuándose desde mucho antes de que nadie pensase sobre ella. ¿Cómo no iba a ser así cuando la vida está completamente ligada al fenómeno de la herencia? ¿Acaso no es el código genético su metáfora más pura? ¿No es sino la representación de su importancia?

miércoles, 11 de julio de 2012

La inteligencia

          ¿Estaría mal considerar la inteligencia como la única capacidad a valorar? ¿Acaso no es y ha sido la inteligencia lo que ha permitido vivir al individuo mejor? ¿No es la profundidad que otorga el conocimiento lo verdaderamente precioso de esta vida? ¿Qué puede valorar quien nada sabe? ¿Qué sabe la gente?

          La inteligencia, cuanto menos, está poco valorada en nuestro días, socialmente hablando, por no decir desprestigiada. Es una minoría quien se preocupa por aprender y profundizar en diversos aspectos del conocimiento. Quienes no lo hacen simplemente presumen de sus otras supuestas "capacidades". ¿Pero qué valor puede tener una capacidad si no es integrada en un todo? ¿Se puede presumir de habilidades que no estén integradas en una inteligencia? ¿Hasta donde te puede aportar una persona que no sea inteligente?

          Es muy común esta despreocupación. "Bah, ¿para qué voy a querer ser inteligente si ya tengo todo ésto?". La gente "considera" que tiene habilidades, que al no estar comprendidas y compartidas en una amalgama de conocimientos, terminan siendo nada más que parcelas aisladas donde no se puede construir nada de valor, pues estando diseminadas en la personalidad, son demasiado pequeñas en si mismas como para edificar ninguna realidad.

          Desde mi punto de vista, los primeros culpables de esta situación son los padres. Dada su preocupación de que su hijo destaque en un determinado ámbito, les importa más ésto que el hecho de que su hijo sea una persona que realmente esté entendiendo lo que hace, por qué lo hace y para qué lo hace. Todo ésto les puede suponer más que un problema, ¿cómo van a transmitirle todo ésto a su hijo? Mejor engañarlo, criarlo en un ambiente dónde los errores compartidos se obvien. Y así se perpetúa la cadena de la ignorancia.

          Aun así la responsabilidad nunca es de los padres, ya que cada individuo tiene para consigo la responsabilidad de superar a sus progenitores. Pasada cierta edad es incoherente culpar a nuestra familia de cualquiera de nuestros males, pues pasamos a ser independientes de ellos hace ya tiempo. La gente mantiene una excusa para evitarse un esfuerzo, delegan en otros responsabilidades que son suyas. Nosotros también educamos a nuestros padres pasado un tiempo, pues pertenecemos más a los nuevos tiempos que se estén viviendo. Privarles de este aliciente de la paternidad es una crueldad por nuestra parte.
       
          La ilustración fracasó en sus axiomas. Hace falta más que la oportunidad de adquirir conocimiento; hace falta un atractivo. Debemos preocuparnos de que la inteligencia sea el mayor de los dones que se puedan tener. Los seres inteligentes han de poder alzarse sobre los ignorantes, y deben hacerlo. La aceptación del ignorante por parte del inteligente, poniendo a este primero a su mismo nivel, hace que el ignorante no se preocupe por su realidad, pues considera la inteligencia como una concepción más, como algo que tiene la misma importancia que cualquier otra cosa.

          Lectores y amigos míos, eso no es así. El inteligente siempre tendrá más oportunidades de disfrutar la vida, pues podrá entenderla mejor y saber como actuar en función de sus deseos. La inteligencia es algo más que la adquisición de conocimientos, ya que éstos deben relacionarse entre si, generar estructuras e ideas propias con las que enfrentarse a la vida; de nada sirve el hombre-enciclopedia existiendo Internet. El conocimiento genera propiedades emergentes que mejoran a la persona.

          Ahora bien, la adquisición de conocimientos siempre es un primer paso, y sobre todo, imprescindible. No podemos abandonarnos en el relativismo de lo que supone la inteligencia y afirmar muy orgullosos de nosotros mismos: "Yo soy tan inteligente como cualquier otro."

          No, lo siento, el esfuerzo es imprescindible, y la inteligencia nunca ha sido regalada.

Justicia

          No espero ningún tipo de equidad por parte de la naturaleza. Jamás esperaré despertarme y observar que el mundo está como debería de estar, pues ni si quiera creo en esa idea. No, ese mundo sería un desastre. ¿Dónde quedaríamos nosotros si el mundo no fuese un lugar injusto, despiadado y cruel? ¿Dónde queda nuestra fuerza de voluntad para cambiar aquello que deseamos para nosotros? Creyendo en una providencia divina o determinista nos abocamos a la aceptación total y completa de nuestra realidad, ¿y es ésto positivo?

          Un cierto grado de estoicismo, dada la imposibilidad de cambiar ciertas realidades de nuestra persona, y la indulgencia con aquello que no deseamos, siempre nos aportará un componente esencial para una vida plena, dado que no debemos descargar nuestras energías en una tarea imposible; ésto sería contraproducente e inútil, pues perderíamos nuestro potencial como personas en un pozo sin fondo.

          Igual de importante es la pólvora en nuestra personalidad. Hemos de saber observar lo inmundo de esta vida, con el único fin de poder dinamitarlo, de poder utilizar nuestra capacidad para eliminar aquello que, consideramos, si no existiese, nuestros congéneres tendrían más espacio para desarrollarse. Pues es incierta la idea de que el resto o el entorno no nos importan, o no influyen en nosotros ciertos tipos de comportamiento. Un sistema complejo se caracteriza por una gran influencia de unos elementos sobre otros, por una gran interrelación, de la cual, sin duda, hace gala nuestra sociedad.

          Nuestra vida ha de estar igual de dirigida a la creación que a la destrucción. Jamás hemos de considerar que no somos quienes para cambiar algo, que debemos dejar las cosas tal y como están. Si nuestra percepción de la vida nos dice que hemos de luchar contra algo, adelante. No debemos temer ni un juicio social, ni un castigo por parte de nadie. ¿Qué nos importa aquel que defiende aquello que nosotros odiamos? Nosotros elegimos a nuestros congéneres; nuestros congéneres nos eligen a nosotros.

          No todo el mundo es nuestro prójimo. No todo el mundo se preocupa por la realidad en el mismo grado y modo que lo haces tú. Ni si quiera a todo el mundo le preocupa la vida. Hemos de tener la confianza en nosotros mismos de, por lo menos, creer en lo que hacemos. Ser crítico es indispensable, pero ello no ha de conllevar una duda en nuestros propósitos o ideas. La crítica no ha de hacer sino más fuertes nuestras concepciones.

          Nada es justo o todo es justo. La relatividad de los conceptos anclados en el humanismo nos lleva  a un estadio de tal individualidad que el nihilismo se cierne sobre nosotros como una espesa y negra sombra. Sólo actuando con sinceridad y fuerza conforme a nuestra concepción del mundo podremos experimentar cual es el grado de verdad que tienen nuestras ideas. Pues si nos ocultamos, nos rechazamos a nosotros mismos, tratamos de pensar según lo impuesto, no estamos sino obstaculizando el verdadero progreso de justicia, eliminando la posibilidad de analizar diferentes posturas e ideas, en pro de alcanzar el verdadero sol.